martes, 26 de julio de 2011

Colegio Santa María





Colegio Santa María
Autor: Fernando Barrantes
Arte y diseño: H


Índice:



• Colegio Santa María
  -El padre Almert Mitchel
  -El padre Robert Heil
  -Y nos fuimos a Chacarilla
  -Nota final



• Hno George N. Lytle S.M.
  Toda una vida de servicio al Perú.





Colegio Santa María
Para Julio Corazao S.M.

El Colegio Santa María fue proyectado y organizado por un grupo de padres de familia, quienes invitaron a la Compañía de María, Marianistas para que asumiera la dirección y la enseñanza. El pedido fue aceptado por el padre provincial de la provincia marianista de St. Louis, Missouri, Estados Unidos, Sylvester Juergens.

El Colegio Santa María tuvo como su primer instante un sábado, el día de la semana dedicado a la Virgen María. Esta fue la mañana del 1 de abril de 1939, convertida en un momento de fiesta: su inauguración, presidida por monseñor Fernando Cento, Nuncio Apostólico en Lima. 
Para sus alumnos consistió en conocer a sus amigos de toda la vida, en cambio sus padres, los miembros del Comité Fundador, tocaron la meta con las manos y los marianistas, con su grupo pionero conformado por el padre Bernard Blemker (director), Theodore Noll (1909–1976), Mathias Kessel (1915-2001) y Robert Buss (1915-1991), oficialmente comenzaron su misión en el Perú.

El hermano George N. Lytle, a sus 92 años de edad, dice que el primer día es el más importante, de allí surgió todo, se vuelve a él en cada inicio de clases que le ha sucedido. Y que le seguirá sucediéndose a través del tiempo y estará presente en el cada nuevo día de cada nueva obra marianista en el Perú.

En este primer sábado, de solemne ceremonia de apertura de clases y de bendición oficial de las instalaciones, participaron 50 de los 72 alumnos matriculados, más de cien padres y madres de familia, junto con los invitados especiales. Se sirvió champagne a los adultos, y a los alumnos: helados acompañado de galletas.

“Mi Colegio”, dijo el Nuncio Apostólico, monseñor Fernando Cento. Así, generó muestras de simpatía. Todos suscribían la frase como propia. Porque en realidad los padres de familia fueron los propietarios originales. En el ambiente fluyó que el Papa sabía de la existencia del Colegio Santa María y recibieron su bendición, a través del Nuncio. Vaya éxito, con la alegría que envolvió la ceremonia.

Exactamente, 48 horas después, el padre Bernard Blemker, paternalmente recibía en la puerta del Colegio, a los alumnos de manos de sus padres. Un lunes de primer día de clases, el primero de todos, de lecciones y recreo, en un centro educativo ideado y planificado para convertirse en uno de los principales del país por los propios padres de familia.



El cardenal Juan Luis Cipriani Thorne es ex alumno del Colegio Santa María y fue alumno del Hno. George. En la fotografía aparece en una de sus visitas a la casa de la comunidad marianista de la parroquia Santa María Reina, sentado en la mesa está con dos de sus profesores: el padre Heil y detrás de ellos el hermano Mark.


El padre Bernard Blemker nació en St. Louis, Missouri, el 4 de julio de 1906, se ordenó sacerdote en 1934, fue el primer director del Colegio Santa María de abril de 1939 a julio de 1943. Regresó a Estados Unidos y retornó para cumplir en el Perú funciones sacerdotales en la Escuela Normal de Chupaca, y luego en la Iglesia María Reina. Después fue maestro de novicios y capellán del Colegio, en su sede de Chacarilla. Retornó a Estados Unidos en 1972. Falleció el 7 de marzo de 1979, a los 73 años de edad.

En el primer momento, de tan solo seis aulas, una para cada año, del primero de primaria al primero de media, se acordó con las Hermanas Siervas del Inmaculado Corazón de María, que la educación inicial quedaba a cargo de ellas en el Colegio Villa María, así sucesivamente se fue suprimiendo el primer año de primaria (1940); el segundo año (1944); y el tercero (1948). En cambio se agregó al Colegio en la secundaria: el segundo año (1940), tercero (1941), cuarto (1942) y quinto (1943).

La madre María Pacis, maestra de Villa María, fundó y dirigió en 1944, la Escuela Inmaculado Corazón, para niños, teniendo en mente a los hijos de sus alumnas, con matrícula del kindergarten al tercer año de primaria, desde entonces la promoción de alumnos que egresa pasa automáticamente a Santa María.

La madre Pacis, logró que los alumnos de Santa María sean ex alumnos de Inmaculado Corazón. Cuando fue elegida en 1958, madre generala de su congregación, regresó a Lima en abril por unos días, mereciendo los mayores homenajes, que incluyeron al Palacio de Gobierno, en un acto presidido por el Presidente Manuel Prado y Ugarteche.


El Crecimiento y Desarrollo del Colegio

El Colegio Santa María, tuvo un crecimiento vertiginoso, rápido, constante, lineal y sostenido. En su primera década al ser su director, el superior de la comunidad marianista en el Perú, se convirtió en la casa madre y se colocaron los pilares del desarrollo de la obra de la congregación.

“Desde su fundación el Colegio Santa María pasó por varias etapas, su rápida expansión, comenzando con los pioneros marianistas y sus primeros refuerzos, con su crecimiento sostenido con la realización de lógicos cambios de acuerdo a las circunstancias en que primaba la dedicación de los primeros religiosos junto a los de los padres de familia, otorgaron resultados rápidos”, recuerda el hermano George.

La constante presión de los padres de familia pidiendo la matrícula de sus hijos al Colegio, excedieron de lejos las posibilidades de un moderado y controlado crecimiento de Santa María. Ello produjo dos cambios de local, de Miraflores a San Isidro y de allí a Chacarilla del Estanque.

El provincial Juergens, escogió a cada uno de los primeros marianistas, el quinto en mandar a Lima, fue el hermano Francis Dames (1909), llegó en julio de 1939, para la sección primaria, alto, atlético, con manos fuertes de granjero, buena persona, provisto de un rápido sentido de humor, así lo recuerda el hermano George.

En el inicio del año escolar de 1940, se incorporó el hermano Paul Schneider (1909-1999), enseñando inglés, historia y religión en el segundo de media, el primero que se dictó en el Colegio. En 1941 se integraron el padre William Morris (1910-1999) para el tercero de media y el hermano Arnold Wurzel (1916) para la primaria. En 1942 llegó el hermano Albert Miller (1917-1984) para enseñar en cuarto de media, inglés, historia y religión.

En marzo de 1943, durante el periodo de dirección del padre Mitchel, llegó el hermano George N. Lytle, para enseñar química en IV y V de media, también fue profesor de religión y álgebra en el segundo año. En 1944 fue enviado a Lima el hermano Thomas Helm (1919-1987), a quien se le llamaba Tomasito, con el tiempo se convirtió en un chalaco de corazón. El hermano George recuerda con aprecio a su amigo, señalando que su entierro fue multitudinario.

El 22 de abril de 1941, el Comité de Fundación conformado por los padres de familia, propietarios del Colegio, adquirió personería jurídica, tomando el nombre de Colegio Santa María S.A. con la finalidad de adquirir el terreno para construir el nuevo plantel. La Junta Directiva nuevamente fue presidida por el Sr. Carlos Alvarez Calderón e integrada por Abelardo Noriega, Oscar Berckemeyer Pazos y el padre Bernard Blemker.

El magnífico terreno adquirido, un triángulo de 30,000 mts2 frente al Óvalo Gutiérrez, entre las avenidas Conquistadores y Santa Cruz, en San Isidro, en el límite con Miraflores, se construyó el nuevo plantel del Colegio y posteriormente la Iglesia Santa María Reina, fue bendecido por el padre Blemker el 11 de agosto de 1941.

El traslado al nuevo edificio se realizó en 1942, que tiene forma de U y es de estilo neocolonial. En su fachada se colocó una imagen de la Virgen del Pilar con su niño Jesús en brazos, y a su lado un joven estudiante que simboliza a un alumno del Colegio, inscribiéndose el nombre Santa María en el pie de la estatua, que ha permanecido inamovible a través del tiempo.

Una nueva junta directiva del Colegio Santa María S.A. fue elegida el 3 de mayo de 1942, presidida por el Dr. Miguel Aljovín, e integrada por los señores: Dr. Jorge Freundt-Thurne, el Sr. Oscar Pérez Velazco, Felipe Beltrán, Luis Berckemeyer, Guillermo Málaga, W. Morkil, Juan Pardo Althaus y el Dr. Felix Navarro.

La primera promoción del Colegio Santa María conformada por 13 miembros se graduó el 24 de diciembre de 1943, en ceremonia presidida por el Nuncio Cento, y se publicó el primer número de Labarum, anuario del Colegio, cuyo nombre fue tomado de un estandarte que portaban las legiones romanas para inspirar a los alumnos a la dedicación de las causas justas de Dios y del Perú.

En 1944 se eligió a la nueva Junta Directiva del Colegio Santa
María S.A. presidida por el Sr. Pedro García Gastañeta e integrada por los señores Jorge Avendaño, Jaime Bayly, James Bennett, Carlos Boza, Miguel Dammert Muelle, Manuel Gutiérrez y el Dr. Carlos Rodríguez Pastor.

La Escuela Inmaculado Corazón, el 1 de abril de 1944, fue inaugurada en su primer local de la Av. Arequipa 384. Al año siguiente el 8 de diciembre el padre Mitchel presidió la ceremonia de colocación de la primera piedra, quien leyó el papel, que había escrito especialmente para la ocasión y que fue colocado en el primer cimento de su local en la Av. Angamos con Santa Cruz.

Las primeras profesoras de la Escuela encabezadas por la madre Pacis fueron las hermanas Benedictus y Leonita, quien después fue directora. Entre las numerosas maestras estuvieron Mother Saint Walter y las sisters Helen Marita, Agnes Dolores, Berneta, Loreto, Genevieve, Mary John, y la madre Carmen Quirós Ladrón de Guevara.


Sodality

Un tema central de una congregación es lograr vocaciones. El padre provincial Juergens, consideró difícil conseguirlas entre los estudiantes de Santa María, comprendió que los padres de familia, solamente deseaban que sus hijos por lo menos ocuparan sus lugares en la vida peruana y no parecían dispuestos a desprenderse de ellos.

Es por ello que el padre Blemker fundó el 12 de setiembre de 1939, el Día del Colegio y el Sodality de la Virgen María, que unía la enseñanza de la doctrina católica con el ritual. La participación fue voluntaria. Uno de sus logros consistió en que los escolares de años diferentes se conocieran y formaran amistad.

En 1943, el hermano George se convirtió en el moderador del Sodality, y promovió que sus miembros sean los promotores de las actividades del Colegio en la iniciativa, organización y participación. En abril de 1950 el padre Heil y el hermano Ross publicaron: “Rules of Sodality” y “Sodality News”, que le dieron un nuevo impulso al Sodality de la Virgen María y la participación de los alumnos.

El Sodality existió hasta 1964, teniendo como sus últimos responsables a los hermanos Leonard Rudy y Ralph Newman, con charlas amenas y brillantes del gran padre Albert Mitchel a quien los alumnos pidieron a que volviera a ser profesor; las conversaciones entretenidas del padre Robert Heil; las pláticas estrictas, incluso al zumbido de una mosca del padre Blemker; y las reflexiones del padre William Morris, fundador de la Universidad Católica Santa María, quien recibió siempre en Arequipa con el mayor aprecio a los ex alumnos del Colegio Santa María.

El grupo del hermano Rudy estuvo conformado por alumnos de la Media Baja, pero se incorporó a quienes se vio condiciones especiales, en primaria, acompañados de Salvatore Ligamaro. Y cuando el hermano Rudy lo consideraba oportuno los juntaba con los de la Media Alta a cargo de los hermanos Newman y George, quien dirigía las reuniones en el local de San Isidro, a veces interrumpidas por los comentarios del más pequeño.

El padre Albert Mitchel, fue enviado a Lima para suceder al padre Blemker en agosto de 1942. Nació en una granja de Hallettsville, Texas, el 14 de febrero de 1899, fue profesor de varios colegios marianistas en los Estados Unidos, se ordenó en 1930, se desempeñó también como director del Central Catholic High School y de la comunidad marianista de San Antonio, y fue el párroco fundador de la Iglesia Nuestra Señora del Pilar de Missouri en 1938. En esta vida, el padre Mitchel fundó tres templos para Dios.

En vida siempre lució sonriente, un hombre del que se desprendía bondad sin límites, absolutamente sencillo y brillantemente inteligente y con una personalidad. Su espíritu fue  misionero y su único interés fue ser un cura de almas. Todo lo que realizó en vida lo llevó a buen puerto, a todos los seres humanos que encontró en su camino los trató igual, pero marcaba una deferencia con los ex alumnos de Santa María. Hablaba perfecto el castellano.

El padre Mitchel es la mayor personalidad de los marianistas en el Perú. Evangelizó en Lima, Lambayeque, Junín, Ancash, y el Callao. Caminó por veredas y calles asfaltadas, por tierras de cultivo, arenales y tierras húmedas, pero para él nada como el sol, el aire, y las montañas de los Andes. No le afectó la altura, para nada. Según él, el Perú quiso que lo conociera y ya todo fue decisión: “Of our Lord and his Blessed Mother”. Nunca se hizo problema, él seguía caminando, a eso tal vez llamamos inspiración.

El Colegio Santa María fue convertido por el padre Mitchel a partir 1944 en la casa madre del trabajo marianista en el Perú, iniciándose con el Colegio San Antonio del Callao, organizó la catequesis en haciendas cercanas a Chiclayo, logró que la Compañía de María asumiera la dirección de Escuela Normal de Chupaca, Junín, y él terminó siendo párroco de Ahuac, llevando la Eucaristía para toda la región.

Regresó a Lima, dejando Junín para fundar la Iglesia Santa María Reina, y en el proceso de su edificación, convirtió a la capilla del Colegio en el centro de su obra parroquial, después  fundó el Colegio María Reina y aceptó integrarse a la comunidad marianista de la Escuela Normal de Chimbote, fundada por el padre Heil. No tardó en encontrar un terreno apropiado para levantar de la nada a la Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro con su escuela parroquial. Concluida la presencia educativa de los marianistas en Chimbote, se preparó su retorno, porque tenía que vivir en comunidad con sus hermanos y no podía quedarse sólo en la humilde parroquia.

El regreso de Chimbote a Lima del padre Mitchel, estuvo a cargo del entonces director del Colegio, hermano Leonard Rudy, quien le tomó desconfianza a la movilidad, que les fue proporcionada y que lo había llevado de Lima. En eso, caminando por la zona divisó a dos ex alumnos de retorno a Lima después de un viaje por el norte peruano.

El hermano Rudy, no tardó en pedirles que los llevaran de retorno a Lima. Los otros hermanos que lo acompañaban se quedaron, entre ellos el hermano William Mc Carthy quien después de un breve paso en la dirección de un colegio de la Amazonía, había quedado a cargo de la desactivación de la obra marianista en Chimbote, en su tiempo por la selva peruana había adoptado como mascota a una boa que tenía guardada en una enorme jaula de madera, después se le perdió en Trujillo.  


El padre Mitchel en Chimbote.



El padre Mitchel estaba de acuerdo con viajar con los dos ex alumnos, de ninguna manera podía despreciar el pedido, pero estaba renuente, aduciendo que: “Se viaja en el inicio de la mañana para llegar al medio día a Lima”, dijo al aceptar, sonriente y agradecido.
No tardó mucho en cuadrarse un precioso carro, en la puerta de la humilde parroquia. Decepcionado, el padre Mitchel dijo: “En eso voy a ir”. Y el hermano Rudy le replicó: “Sube, no vez que Dios te está premiando en el último momento. Ante mis constantes súplicas”. El retorno fue tranquilo, rápido, cómodo, almorzaron en Huacho.

El padre Mitchel solo hablaba de Ahuac, lecciones de vida en la sierra. Narró que antes de salir a caminar, por las comunidades campesinas, preparaba el maletín de ornamentos religiosos y el de primeros auxilios con: algodón, gasa, vendas, tijeras, alcohol, mercurio cromo, timolina, maravilla curativa ideal para los niños y: “Mejoral, que mejora todo, baja la fiebre y no hace daño”, sentenció con toda tranquilidad.

En Pasamayo, el padre Mitchel, hizo detener el carro, para rezar y echar agua bendita al precipicio. Buscó, caminó algo, encontró el lugar. Años antes personas que apreció muchísimo, fallecieron en un accidente. Cumplió un deseo que no había podido realizarlo hasta ese momento.

El padre Mitchel pasó sus últimos años ejerciendo sus funciones sacerdotales en el Colegio San Antonio del Callao, allí creó un pequeño huerto y también realizaba las compras de comida para la comunidad, hasta que en una mañana le sobrevino un infarto en un pequeño mercado, los comerciantes lo querían, el vecindario compartía sus vivencias con él, falleciendo por eso en brazos de peruanos, a quienes nos dedicó lo mejor de su vida. Así Dios lo premió en su último momento, el 11 de diciembre de 1979, a los 80 años de edad.

El hermano George N. Lytle fue el tercer director de Santa María en 1948, sucedió al padre Mitchel. Ese año fueron enviados a Lima, el padre Robert Heil, quien organizó de inmediato la primera olimpiada entre los estudiantes, y el hermano Mark Ross, quien con algunas interrupciones se quedó en el Colegio para siempre, un hermano suyo, bastante menor John Ross, igualito a él, fue profesor en el Colegio San Antonio en los años 60.

En marzo de 1948 se eligió a la nueva Junta Directiva del Colegio Santa María S.A. que fue presidida por el Dr. Felix Navarro Irvine, integrada por los señores César Coronel Zegarra, Luis Frisancho, Arturo Gamboa, Enrique Gonzales Orbegozo, John Moor, Marcos Nicolini, Oscar Miro Quesada y Estuardo Núñez.

Los marianistas durante el período del padre Mitchel lograron una plena autonomía en la dirección del Colegio frente a la compañía propietaria de los padres de familia. Le correspondió al hermano George realizar las conversaciones con el entonces presidente de la junta directiva Sr. Rollin Thorne Sologuren, elegido en marzo de 1950.

Las conversaciones concordaron para ser aprobadas en una asamblea de accionistas la separación definitiva entre el Colegio y la compañía que pasó a llamarse Inmobiliaria Santa María S.A. y el pedido a los padres de familia de vender sus acciones a los marianistas a un precio simbólico.

Así la Compañía de María, Marianistas quedó prácticamente, como la propietaria del colegio. Los marianistas reconocieron que gracias al señor Thorne se adquirió el 87% de las acciones. La Junta Directiva estuvo integrada también por los señores Gustavo Prado Heudebert, Felipe Beltrán Espantoso, Manuel Izaga, Ernesto Pollit, Carlos Costa, Alfredo Larrabure del Solar y Manuel Vásquez de Velasco.


Colegio Santa María cuando estubo construido en 1944, entre las avenidas Conquistadores y Santa Cruz frente al Òvalo Gutiérrez.


El hermano Theodore Noll, uno de los fundadores, nació en Chicago, Illinois sucedió al hermano George en la dirección de Santa María en 1951, puso su experiencia y capacidad para seguir desarrollando al Colegio, completó las negociaciones para adquirir finalmente las acciones de la compañía propietaria original del Colegio, con su última junta directiva presidida por el Dr. Luis Echecopar García. 

Entonces el hermano Noll, en representación de los marianistas, gestionó y logró la Resolución Ministerial del 8 de noviembre de 1955 del Ministerio de Educación que reconoció a la Compañía de María como una congregación de la Iglesia Católica dedicada a la enseñanza. Luego fue el primer director del Colegio San José Obrero de Trujillo.

El hermano Francis A. Esselman nació el 19 de julio de 1917 en una granja cercana a Hartford, Wisconsin, fue enviado a Lima en 1945 para enseñar en el Colegio. En dos oportunidades fue director interino, durante el período del hermano Noll, por viaje a Estados Unidos, en el segundo semestre de 1954 e igualmente en 1956, correspondiéndole culminar el período.
El Colegio Santa María, cuidó la práctica de deporte entre sus alumnos, mientras el hermano George quedó a cargo de la selección de natación, el padre Heil se fue convirtiendo en el insuperable entrenador de basket y el hermano Mark se quedó con el fútbol, labor permanente en el tiempo, que conquistó el campeonato interescolar en 1969. La mejor celebración posible por los 30 años del colegio, que se cumplió ese año.

El hermano Marcellus “Mark” Ross, es un marianista que se quedó para siempre en el corazón del Colegio, caracterizado por su bondad, no tenía una meta mayor que la de cuidar niños, siempre estaba allí, observando para salvar de apuros y aprietos, en los que por su inocencia pueden caer los escolares. Del hermano Ross, podemos decir que Santa María, la Madre de Dios, lo tuvo en su servicio, para el exclusivo beneficio de todo el estudiantado, por más de cincuenta años.

El hermano George recuerda al hermano Mark así: “Era un pelirrojo con cara de joven, de buen fibra y ágil, con la coordinación del deportista nato. Además de dictar sus clases de matemáticas, religión e inglés también dicto, en su época iniciación técnica, porque era un excelente carpintero y ebanista, con algo de mecánico”.

“Los muebles de las sacristías de las capillas de los colegios Santa María  y María Reina y la cruz de aluminio colocada en la cima del tanque de agua del Colegio Santa María, es prueba de ello, que él mismo colocó y casi cae”, recordó.

El hermano Mark nació el 14 de enero de 1921 en Alton, Illinois. Realizó sus primeros votos en 1940. Enseñó Administración de Negocios en el Chaminade Preparatory School de St Louis, quiso ser profesor del Colegio Santa María desde que se enteró de su existencia, por su nombre: “el más bello que pueda existir”, puntualizó siempre. Pero demoró en venir, no encontró reemplazo para su curso. Lo logró en 1948 y se quedó para siempre.

El hermano Mark Ross, fue uno de los fundadores junto con el hermano William Mc Carthy de ADECORE, la institución deportiva de los colegios religiosos, convirtiéndose en su primer Vice – Presidente, en 1963.

El hermano Mark falleció el 2 de enero de 2005, antes de cumplir los 84 años de edad. Su Misa de Honras Fúnebres fue celebrada por el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, quien durante la Confirmación de la promoción egresada en el 2004  del Colegio Santa María, le pidió como su antiguo alumno, a que saliera a saludar a los presentes. 

Brother Mark estaba detrás del escenario, entre sonriente y curioso, observando la ceremonia, un poco sorprendido de que el Arzobispo de Lima le hiciera ese pedido, salió al estrado, recibiendo una prolongada ovación de aplausos. El, sonriente saludó levantando la mano, a modo de adiós.

El padre Robert Heil fue director entre 1957 y 1960, nacido en Madison, Wisconsin, el 27 de mayo de 1919, caracterizado por su excepcional trato con los alumnos y sus padres, profesor de matemáticas, entrenador de la Selección Nacional de Básquetbol, capellán y confesor, buen predicador, mejor asesor de retiros y del estudiantado, pertenece al grupo de seres humanos que dejan huella entre quienes lo conocieron.

“La personalidad del padre Heil contribuyó efectivamente, para que Santa María, ya importante en la escena educativa peruana, persistiera en seguir creciendo en prestigio. Con su dirección, los profesores en general realizaron un mayor trabajo efectivo y los estudiantes progresaron notablemente”, recuerda el hermano George. El admirable padre Heil destacó aún más, como párroco de la Iglesia Santa María Reina.


Chacarilla del Estanque. Misa y bendición del Colegio Santa María a cargo del padre Heil.



En 1957, la Compañía de María adquirió 202,000 m2 a la Hacienda Chacarilla del Estanque, Surco, para la construcción de la nueva sede del Colegio y el 12 de octubre de 1958 se realizó la ceremonia de bendición y colocación de la primera piedra del nuevo local del Colegio en Chacarilla del Estanque, en el lugar en el que se construyó la capilla.

La década del sesenta, marcó el traslado de la sede de Santa María a Chacarilla del Estanque, Surco, que se inició en el último año de la dirección del padre Heil, al haberse concluido la construcción del primer pabellón. Así el 1 de abril de 1960, se trasladó el dictado de clases del III, IV y V de media. En San Isidro quedaron el II y I de Media, dirigido por el hermano Robert Schwaller, junto con el V y IV de Primaria, a cargo del hermano Fred Fink.

La inauguración del nuevo Colegio se realizó el 3 de julio de 1960 y fue presidida por el entonces Arzobispo de Lima y Primado de la Iglesia, Juan Landázuri Ricketts. El 27 de julio de ese año, Santa María, obtuvo el Sol Radiante, máxima distinción otorgada al colegio vencedor del desfile escolar. Entre 1960 y 1964 quedó el Colegio dividido en dos partes, complicando su administración, situación que fue solucionada, por el esfuerzo de los hermanos. 

En esta etapa, la dirección del Colegio, recayó de 1961 a 1963 en el hermano Paul Zeis y en 1964 en el padre Lawrence Jordan. 

El hermano Paul Zeis había llegado a Lima en 1953 para enseñar en el Postulantado de Chaclacayo, luego fue maestro del Colegio San Antonio del Callao, en el que había concluido un primer período de director. El hermano Paul nació el 4 de octubre de 1919 en St Louis, Missouri y falleció el 17 de febrero de 1972.

El padre Lawrence Jordan nació en Nueva Orleans, Louisiana el 12 de agosto de 1907, fue enviado al Perú en 1959, destinado al Colegio como profesor. Siempre estuvo vinculado al trabajo pastoral de la Iglesia Santa María Reina, aunque desde 1965 se integró a la comunidad marianista del Colegio San  José Obrero de Trujillo.

El padre Jordan organizó la conmemoración de las bodas de Plata del Colegio que coincidió con la de los marianistas en nuestro país, fueron cuatro días de celebraciones.
En sus memorias, el Brother George, en la pág. 167, tomo I, señala lo siguiente: “La Compañía de María celebro 25 años en el Perú. Setiembre 10, 1964. Un banquete de honor a la Compañía de María, se realizó en la cafetería del Colegio en Chacarilla, con la asistencia de el Presidente del Perú, Fernando Belaúnde, junto con dignatarios como el Embajador de los Estados Unidos”.

“En el almuerzo hicieron uso de la palabra: Bro. George N. Lytle, quien explicó la historia de la Compañía María en el Perú, el padre Blemker señaló los ideales de la presencia marianista en el Perú y la fundación del colegio, el ex alumno Felipe Thorndike narró lo mismo desde el punto de vista de los alumnos y el Presidente Belaúnde expresó la gratitud del país por el trabajo educativo realizado por los marianistas”.

El 11 de setiembre, mañana y tarde, la celebración corrió a cargo de los alumnos. La noche estuvo dedicada a los padres de familia. El 12 de setiembre fue para los hermanos. El 13 de setiembre fue el Día del ex – alumno, convirtiéndose en la verdadera fiesta inolvidable, ya que no tuvo repetición, por la participación y entusiasmo mostrado, que en la práctica despidió al viejo colegio en San Isidro y todo se centró en el maestro de todas las promociones egresadas a esa fecha, el hermano George.

La comunidad marianista recibió con sus siete promociones de alumnos en plena formación educativa a sus ex alumnos. Misa, confraternización, deportes y una velada musical. Partidos de fútbol y de baseball, pero el de basquetball, concentró todas las expectativas, porque todos los ojos se centraron en el padre Heil y en el ex alumno Juan Luis, la estrella deportiva del Colegio, quien en la actualidad es nuestro cardenal. 

El maestro en el equipo de los marianistas y el pupilo en el equipo de los ex – alumnos. Canasta del padre Heil, canasta de Juan Luis, que tal partido. “Ganó Juan Luis”. ¿Perdió el padre Heil? “No, así tiene que ser la vida” dijo, lleno de alegría. Julio Corazao de este hecho tomó el titular para su libro: “La Vida”. Tres años después el ex alumno Juan Luis Cipriani Thorne,  quien visitió durante siete años la camiseta nacional, fue por primera vez entrenador de la selección de básquet del Colegio.

El padre Jordan fue el último director de Santa María que tuvo oficina en el local de San Isidro, concluidas sus funciones fue enviado a la obra marianista, Colegio San José Obrero, en Trujillo, en el que se quedó hasta su jubilación como profesor, regresando a Lima, para integrarse al trabajo parroquial de la Iglesia Santa María Reina hasta que por su avanzada edad decidió retornar a los Estados Unidos, falleció el 16 de marzo del 2006, a los 98 años de edad. 


Y nos fuimos a Chacarilla

Por fin, en 1965 todos nos fuimos a Chacarilla y el Colegio se unificó en una sola sede y es que en el verano de ese año se terminó de construir los pabellones para la Media Baja y la Primaria, rodeados de jardines, quedando al centro el pabellón de Media Alta. Además un coliseo cerrado y la casa de los hermanos, con su capilla. Logró la unificación el hermano George que completó un segundo período en la dirección de Santa María entre 1965 y 1967. 
En esta década, inspirado en el Concilio Vaticano II, el hermano Ralph Newman, destacó por promover la participación de los alumnos de la Media Alta en la enseñanza de religión en barrios pobres de Lima. Con el padre Oscar Alzamora crearon el Día de Sodality en 1967 pero que no fue continuado, por la partida del hermano Ralph a México donde continúa su misión marianista.

El hermano William Mc Carthy fue director entre 1968 y 1970, nació en St. Louis, Missouri el 11 de setiembre de 1923, estudió en la Universidad de Dayton, obteniendo el grado de bachiller en educación con mención en historia, enviado a Lima para el Colegio en 1960. 
Enseño inglés e historia, hasta 1964, año en que pasó a enseñar en el Colegio San Antonio. Regresó en 1968 al ser designado director hasta 1970. Luego marchó a la Amazonía, para ser director del Colegio Santa María en una misión franciscana en la comunidad  Tamishiyacu, a la que se llega en bote desde Iquitos, en donde estuvo un año.

En los años sesenta fueron profesores del Colegio, los entonces hermanos Jorge Roos, quien ha sido director del Colegio entre 1993-1998, y Eduardo Arens. Ambos, sucesivamente dejaron en su momento la enseñanza para marchar al seminario en Suiza. Ya después fueron seguidos por los hermanos Víctor  Müller y Rafael Luyo. Los cuatro son en la actualidad sacerdotes peruanos de la Compañía de María. 

En 1968, su año en Santa María, el padre Ralph Dorack, fue capellán y enseñó religión en cuarto de media, centrándose en el Concilio Vaticano II y Hechos de los Apóstoles. El padre Dorack, a través del tiempo fue director de los colegios marianistas María Reina y San Antonio del Callao, actualmente es el párroco de la Iglesia Santa María Reina.

El 1 de abril de 1969, el Colegio cumplió 30 años, con matrícula para 22 ciases, 585 alumnos en secundaria, 240 alumnos en primaria conformando un total de 825 educandos. Tres décadas antes tan sólo fueron 72 los escolares fundadores de Santa María.

El hermano Julio Corazao a partir de ese año promovió la participación del Colegio en diferentes obras sociales y de servicio a la comunidad, que se han continuado realizando como algo natural, por quienes le tomaron la posta. Santa María se movilizó en la ayuda a los damnificados del terremoto de 1970, al igual que todo el país.

El hermano Leonard Rudy sucedió al hermano Mc Carthy en 1971, es un ser humano risueño, bromista por excelencia, y excepcional maestro dentro y fuera del aula. Es el tipo de persona que siempre cae bien. El hermano Leonard, Len para sus amigos, nació en St Louis, Mossouri, el 30 de abril de 1934, después de haber obtenido su bachillerato en Artes y Letras, enseñó tres años en Texas y en 1958 fue enviado a Perú, siendo destinado a Santa María.

El hermano Rudy solamente fue dos años director del Colegio, ya que por su nacionalidad norteamericana tuvo que dejar la dirección, pasando a la parroquia Santa María, y enseñó en el Colegio María Reina varios años. En esa época, un grupo de ex alumnos que lo encontró en la Parroquia, y le hicieron notar la causa de su alejamiento del Colegio. Len se emocionó, antes que se le cayeran las lágrimas, exclamó “¡Yo es turismo!”, riéndose de oreja a oreja, reiterándoles la anécdota de cuando conducía la Lambreta del Colegio, lo paró un policía en San Isidro, porque estaba en sentido contrario, a las reglas de tránsito. 

Durante el período del hermano Rudy, el ex alumno Juan Luis Cipriani, ingeniero de profesión, consagrado en el Opus Dei, fue por segunda vez entrenador de la selección de básquet y continuó siéndolo durante la dirección del hermano Corazao, hasta que culminó la maduración de su vocación sacerdotal, marchando a Italia para ingresar al seminario.  

El hermano Julio Corazao SM,  egresado en 1959 de Santa María, y un verdadero maestro por vocación de vida, fue nombrado director en 1973, convirtiéndose en el primer peruano que ejerció el cargo, su período concluyó en 1977 y retornó a la dirección de 1985 a 1989. 
Julio revitalizó el espíritu de que el alumno lleve puesta la camiseta de Santa María, tal y como él la llevó de por vida. Desde su primer día de profesor, motivó la participación de cada uno de los estudiantes en cada actividad del Colegio, fue un ser humano que brindaba su amistad en el primer apretón de manos.

Julio Corazao es el único ex alumno que le tomó la posta de sus manos a los hermanos del Colegio. Lo hizo extraordinariamente bien. En su libro La Vida (Lima, 1990) escribió: “El maestro no muere, no está muerto sino inacabado. Es tarea nuestra continuar su obra”. Lo hizo. 

En esta vida Julio quedó como un amigo leal, siempre optimista, lleno de entusiasmo, empujando a quienes conocía a no bajar los brazos. Su vida tocó muchas vidas, fue discípulo del padre Heil, su brazo derecho. Del espíritu de Mark aprendió a cuidar niños y a saber pasar siempre la voz a los alumnos, es decir el saber saludar, como un hecho nato del maestro. Admiraba profundamente al “viejo” como llamaba a George. Sin embargo, la vida y obra del padre Mitchel, lo emocionaba, convirtiéndolo en su norte, un modelo a seguir, para su propia vida.

Terremoto en Lima. La solidaridad de Santa María, el 3 de octubre de 1974. El hermano Julio a su iniciativa y con la aprobación de la comunidad, invitó al Colegio Reina de los Angeles, de religiosas canadienses, cuyo local había sido seriamente afectado por el sismo, a que utilizaran por las tardes las instalaciones del Colegio, de esta forma sus 960 alumnas pudieron culminar el año escolar.

De igual forma en 1975, Santa María persistió en su bello gesto y actitud solidaria, y las alumnas del Reina de los Angeles, utilizaron el Colegio, mientras se reconstruyó su local y quedó totalmente habilitado para volver a recibirlas en sus aulas en 1976. El entusiasmo de Julio Corazao le permitía ver más allá que otros para actuar decididamente.

Una idea de Julio, que normó su vida, ha quedado como la máxima para el alumnado del Colegio: “Ustedes tienen que decidir libremente si desean vivir en un mundo pasado; ustedes tienen que decidir si desean acoplarse pasivamente al mundo que vendrá; o ustedes tendrán que decidir si desean ser los forjadores de un nuevo mundo donde exista: un mayor respeto a Dios, un mayor respeto a la patria, un mayor respeto a la familia, y un mayor respeto a los valores”.


El hermano Mark dirigiendo el canto de los alumnos.



Julio organizó la conmemoración de las Bodas de Oro del Colegio, en su último año en la dirección en 1989, convirtiendo en el acto central la bendición de la estatua de la Virgen del Pilar, colocada en uno de los jardines de Santa María, en el recuerdo de aquella imagen que se quedó en el umbral de la puerta del Colegio, en San Isidro. Pero allí permanece como testigo del pasado, pero también aguardando ver pasar a sus antiguos alumnos, a la espera de una mirada para ella. Allí nos espera todos los días.

Ese día la comunidad marianista, alumnos y ex alumnos, rodearon llenos de afecto y admiración a los hermanos George y Mark y al padre Heil, el constructor del Colegio Santa María en su sede de Chacarilla desde la óptica del maestro, expresado particularmente en el momento de la develación de la estatua. 

Julio falleció en un accidente automovilístico en la Panamericana Sur el 13 de marzo de 1998 a los 55 años de edad, cuando estaba en la plenitud de su servicio al Perú.

El hermano Fred Fink, en 1981 fue designado director del Colegio, es un ser humano que ha dedicado su vida a Santa María, la Madre de Dios y el Colegio, y ha sido el motor de la economía de la congregación. El hermano Fred se incorporó al Colegio Santa María en 1957, nacido en Chicago, Illinois, el 2 de mayo de 1929. Está señalado entre los mejores profesores del Colegio. Tuvo a su cargo a los Boys Scouts y desarrolló con entusiasmo su vena artística con la fotografía.
En su período de dirección de Santa María de 1981 a 1984, el hermano Fred se preocupó en elevar el nivel académico de los profesores y se construyó un nuevo pabellón que incluyó capilla, auditorio, el nuevo laboratorio de física y de computación y la sala de mecanografía. El hermano Fred ya jubilado como maestro, integra la comunidad marianista de la parroquia María Reina.

El Colegio Santa María, se inició con cuatro religiosos marianistas en 1939, número que fue creciendo hasta fines de los años sesenta. Su personal religioso en 1951 estaba señalado en diez, en 1957 llegó a catorce, en 1961 sumaron 16, en 1963 fueron 18, en 1967 fueron diecisiete. Entre 1968 y 1970 se mantuvo en dieciséis. En 1973 bajó a doce, en 1976 a siete y en 1980 a cinco (Ross, Fink, Rasky, Rodríguez y Valencia).
Entonces, en la década de los ochenta el modelo clásico del colegio católico dirigido, administrado y con maestros religiosos, que surgió en 1850 a partir de la experiencia del Colegio Belén, y que tuvo su auge y desarrollo en la primera mitad del siglo XX, época en la que está los orígenes del Colegio Santa María, pasó a otra etapa en nuestro país en que las congregaciones siguen siendo las propietarias de los colegios, con profesorado laico al igual que la dirección y la administración. 

Los colegios privados de propiedad de congregaciones religiosas, son todos católicos, de tipo confesional y persisten en mantener la misma estructura, aunque con mayor personal, de antes de los años ochenta. Esta parece ser una etapa de transición, pero la realidad es que los colegios católicos en nuestro país tuvieron como su soporte central de existencia, desarrollo y de prestigio el hecho que religiosos extranjeros muy bien preparados y formados vinieron especialmente a ser maestros y cuando dejaron de venir, se ha tenido que recurrir a personal laico. 
El Colegio Santa María, ha conservado su nombre, con su prestigio y trayectoria, tanto en la enseñanza que sigue impartiendo a los alumnos, quienes siguen destacando en los campeonatos deportivos escolares. En la actualidad el Colegio Santa María se denomina, un Colegio católico y marianista, cuyo promotor es la Compañía de María, con la misión de formar en la fe, con una educación integral y de calidad, que se compromete en la construcción de una sociedad cristiana, justa y solidaria.

En el 2010, a los 71 años de su fundación han egresado LXVII promociones, cuyos integrantes forman parte de la vida nacional y contribuyen decididamente al desarrollo del Perú.


El hermano Mark con el padre Heil. Al fondo el hermano George.












 George N. Lytle S.M.

Un trabajador en el jardin de la Santisima Virgen

El hermano George N. Lytle es un ser humano de avanzada espiritualidad. El no cumple años, acumula bondades. Dios fue generoso con él al proveerlo de un cerebro extraordinario, al que 
sus alumnos siempre rendiremos tributo porque lo puso a nuestro servicio.

George nació en Estados Unidos y vino al Perú antes que la gran mayoría de sus alumnos hubiéramos nacido. Es un peruanista de corazón, de obra, de vida y pertenece a la alta élite de aquellos que han puesto todos los segundos de su existencia a desarrollar a nuestra patria. El, en la educación.

George es solamente George, con él hemos seguido la costumbre de llamar por su nombre a los sabios que nos educan, jamás nadie lo recuerda, de otra forma. No es posible reconocerlo por su cargo, estatus religioso, ni apellido, es George. A nadie se le ocurriría haber dicho me han mandado con el director, solamente diría: “Voy donde George”.

Presentarse ante George, es ya otro tema, tienes que estar pulcro de pies a cabeza y para hablarle, primero hay que organizar el cerebro, porque solamente si fallas, te mirará por encima de sus anteojos.

Pertenece al pequeñísimo grupo de hombres que carecen de un demás o un de menos. No levanta la voz, nada en él resulta ofensivo, no existe la agresividad. Es comprensivo en todo, menos en el saco mal puesto, detesta la corbata desaliñada, en ello es profundamente paternal.

Es un ser humano bueno en todo lo que significa bueno en el ser humano, por eso deslumbra su buena fibra y su agilidad mental. Temas centrales que buscó desarrollar entre sus alumnos, tanto en el cuerpo y como en la mente que son los que visten a tu alma, donde reside el Espíritu Santo.


Hno. George.


Digamos que por un hecho circunstancial, George fue tres años seguidos mi profesor, es decir que de abril a diciembre de 1968 a 1970, me tuvo en su clase. El “any question” lo escuché mil veces, nunca nadie preguntó, silencio absoluto.

George es un hombre de oración, lo hace con tranquilidad y reflexión, pero es de mentalidad ganadora, es de los que está allí, empujando a conquistar la victoria. Le encanta la bulla del triunfo, organiza las celebraciones, no es un cartujo.

Ahora con su avanzada espiritualidad, empuña su bastón y se va en las mañanas a Pueblo Libre para seguir cumpliendo su apostolado de servicio al prójimo. Es George, nada lo detiene, sigue avanzando en su camino,  tomado de la mano del Señor. Vaya fe, puede ser inalcanzable, pero es ejemplar.


El colegio tiene su momento para terminar, es un peldaño en la vida compuesta por tantísimos momentos. Los alumnos son ingratos con su profesor. Es que, en líneas generales, olvidan sus rostros, sus nombres, conservan el recuerdo a veces de los malos, de los peores, de los buenos, de los mejores. En ello hay mucho de cómo te trató la vida a la hora que la enfrentaste.

El alumno nunca olvida a su maestro, siempre existe un momento para recordar con enorme aprecio, se escucha con cariño las palabras pronunciadas por otros condiscípulos y es bueno coincidir en los comentarios. A partir de este momento, cuento algunas anécdotas con mi maestro.

En mi quinto de media (somos poquísimos con este privilegio) tuvimos a George por tercer año consecutivo de profesor, con lo que, quiérase o no, me influyó para siempre. Enseñó matemáticas en la sección Letras. Dupliqué mi esfuerzo por aprender, porque sabía que la mitad de mi examen para ingresar a la Católica, era sobre razonamiento matemático. George preparó a toda la clase. Una buena parte pensaba estudiar en la universidad que escogí. En mi caso, sus enseñanzas fueron suficientes, y valieron para Matemáticas Básicas I, y III de Letras en la Católica.

En verano, previo al examen, lo vi tres veces, contento y optimista, con quienes se consideraban ya dentro de la universidad. Conmigo mantenía la seriedad y me decía: “No te preo­cupes, todo te saldrá bien”.

Cuando acabó la temporada de exámenes de todas las universidades, cumplimos el ritual de ir al colegio. Varios, a la antigua nos rapamos a coco, algunos la moda del pelo largo se los impidió. El primero en aparecer y felicitar fue George. Tuvo su tiempo para él, después salieron el padre Jorge Roos, con otros hermanos.

George saludaba, felicitaba y estrechaba manos sonriente. Esperó que me acercara, no lo hice, estábamos en grupo y seguían llegando. De improvisto, cruzó a todos. Con su sonrisa clásica de alegría, en la que muestra todos los dientes, con su derecha apretó con fuerza mi mano extendida, y con su izquierda, me palmeó el brazo seguido, fuerte. Ya sabía que estaba en la universidad, no estaba sorprendido, lo tenía previsto. Acaso no me enseñó matemáticas todo el año, había sido mi entrenador, dijo y lo repitió. 

Todos, en pequeños grupos, pasaban al taller del hermano Mark Ross, allí él, con una latita de aceite 3 en 1, te llevaba al lavadero y te echaba unas gotas en la cabeza rapada para que no se oxide nunca el cerebro, quienes no querían, a ellos les lanzaba como carnavales, aceite que guardaba en baldes, para el cuidado de sus herramientas.

George es el Colegio Santa María, su mito viviente, porque le transmitió todo lo que es él, en su condición de ser humano, con las grandezas y limitaciones propias del hombre. El no forjó un mundo perfecto, pero sí lo llevó a tener el más alto prestigio de su tiempo, en todo.
Santa María no ha tenido un profesor que lo supere en espiritualidad e inteligencia, pero es también el hombre más sencillo que puede existir, él no es el sol que obliga a los planetas, satélites y asteroides a girar en torno a su persona. El es solamente Brother George, el maestro.


Hno. George.



Lo conocí en 1963 a los diez años de edad, me daba enorme curiosidad, lo observaba de lejos y de cerca, era el profesor que me esperaba en el futuro porque tenía el destino de vivir para siempre en el Perú. Sus aires eran de Roy Rogers, porque conjugaba la formalidad con la informalidad, pero siempre mantenía la seriedad. Acaso habría sido actor de Hollywood antes, en esa época era muy famoso el padre Mojica, quien vivía en el convento de San Francisco, otrora famoso tenor mexicano.

Claro, los niños sacan sus arquetipos del cine y de la televisión, pero ya habiendo ejercido años después el periodismo y que pude tratar con la más alta jerarquía eclesiástica de la Iglesia Peruana puedo afirmar que George es de la talla de Landázuri, Vargas Alzamora, Dammert, Metzinger, Schmidt y el gran Durand Flórez.

Ellos, me dieron el mismo trato que George me otorgó y a ellos me presenté y hable como George me enseñó  a hablarle, pero siempre, es cierto, que la investidura eclesiástica crea una barrera insuperable.

Sin embargo, en 1986, no lo tenía previsto, ni lo consideraba posible porque no es mi estilo, delante del cardenal Landázuri, del núcleo dirigente  de la Iglesia Peruana y del Nuncio Dossena, se me permitió hablar tres veces a solas con el cardenal Joseph Ratzinger, hoy el Papa Benedicto XVI.

Ante lo imprevisto, no se puede organizar nada, tu mente tiene que trabajar en un segundo todo lo que pasó por tu vida y mi único arquetipo primordial era George, y ante el sabio maestro europeo, famoso profesor universitario, automáticamente le hablé como le hablaba a George, con absoluta normalidad y toda la fluidez posible, primando siempre la seriedad y la franqueza.

En primaria, cada vez que me encontraba con George, lo saludaba o él me pasaba la voz: “Hey, pequeño amigo, no soy invisible”. En esa época, George el tótem del colegio, llegaba de Chacarilla a San Isidro con los de cuarto y quinto de media. Lo escuchaba hablando de tiempos y campeonatos de natación con el hermano Leonard Rudy, posee una mentalidad que va en pos del triunfo, permitía que estuviera a su lado y lo escuchara.

En esa época se dispuso que solamente se podía hablar en inglés en el perímetro del colegio. Estaba expresando que George después de clase trabajaba de Roy Rogers, que en algún sitio guardaba a Silver, su caballo, junto con sus ropas de vaquero, pistolas y sombrero, tenía que descubrirlo.

Detrás mío, muy sentado, George me escuchaba, reía de buena gana y mejor ánimo. “Tu inglés, pequeño amigo”, reclamó. A propósito, poco después volvió a sorprenderme, solamente hizo el signo de la victoria con los dedos. A la tercera me mandó al castigo dos horas después de clases, porque no era el único que me había pescado en lo mismo.

Lo encontré a la salida, no quería mirarlo. Dijo:  “Hey, tú, pequeño amigo, eres un suertudo, mañana ya puedes hablar en tu propio idioma, a nadie volveré a castigar tan tontamente”. Me dio la mano y con su izquierda, me palmeó el brazo. Entre amigos no hay rencores, pensé.
Un año después, el hermano a cargo de la clase, era muy buen profesor pero demasiado joven. En clase a veces me abstraía o hablaba, no encontró otro castigo que mandarme a la capilla del colegio. Allí me quedaba hasta que sonaba el primer timbre de salida.
En la capilla, todo estaba en penumbras, puerta cerrada, a veces éramos varios castigados, generalmente me quedaba solo, allí sentado.

Cada vez que alguien entraba, el hermano Mark Ross martillaba con fuerza, la bulla resultaba crispante, así se lo fue a decir el hno. Ralph Newman, excelente profesor y mejor persona, ambos se acercaron a mi banca para decirme que pronto solucionarían todo. A la siguiente vez, en que fui castigado, Mark de pronto dijo: “Mi pequeño amigo, regreso, no permitas que cierren la puerta”. No demoró y volvió a su trabajo de ebanistería, arreglaba una banca. Era todo anaranjado, vaya hombre para bueno.

Cuando se abrió la puerta volvió a martillar, vio que era George, dejó de hacer bulla. George pasó rápido, me miró de reojo. Hizo una genuflexión, se arrodilló, oró. Habló con Mark un par de segundos, salió, ordenó que lo acompañara. El hermano Mark se despidió dándome la mano, dijo: “Pequeño amigo, estás en las mejores manos, puedes ir confiado”.

Me encontraba en el medio de algo que no comprendía, llegamos hasta casi el final del pasadizo que une la capilla con lo que fue mi clase de quinto de primaria. George hizo salir al hermano y lo llevó hasta la puerta del patio.

Escuché a George decir que los niños con mayor imaginación son los más habladores y pueden ser los más inteligentes. Era necesario tener paciencia con ellos, que era norma del colegio, nunca dejar solos a los más pequeños, que el hermano Mark por su bondad lo había estado cuidando y que resultaba inaceptable que se usara la Casa del Señor y de su Santísima Madre como lugar de castigo.

George estaba realmente molesto, irritado, comprendió que no era el director. Me mandó decirle al hermano Mark que trajera al director. Cuando llegó, Mark me hizo entrar a clase, que tomo brevemente a su cargo. George se había comprado un problema, ganó mi admiración para siempre.

Volvió a ser director del colegio entre 1965 y 1967. En el verano del 65, poco después de ocurrida la anécdota señalada en el párrafo anterior, organizó el traslado de San Isidro a Chacarilla. Este período en la dirección de Santa María cerró tal vez su etapa de oro, que en la actualidad puede ser considerada como su era antigua; la época siguiente del gobierno militar podría ser su intermedio y desde entonces su época moderna.

Como director, George tenía la costumbre de revisar todos los días la comida del colegio, a veces llevaba alumnos a los que consultaba si les gustaba y de acuerdo a lo que decían daba la orden final. Era usual que revisara los ómnibus de transporte para los alumnos con los hermanos Mark y Fred.

Una vez le pregunté, sin faltarle el respeto: “¿Por qué eres solamente hermano?”. Su respuesta fue sencillísima: “No necesito más para servir a Dios”, pero repregunté: “¿Los sacerdotes van siempre primero en tu congregación?”, y su respuesta me asombró: “No es importante quién va primero o último, solo tienes que cumplir el objetivo de tu vida, finalmente todos estaremos frente a Dios”.

George, mi maestro en 1968, mostró ser valiente, cruzándose literalmente en mi camino, para alejar a quien tuvo que poner lo más lejos posible, de inmediato. Ese era mucho más grande y fuerte que él. Este es pues, Brother George N. Lytle, un hombre de Dios y a través de El, en el servicio de los peruanos.






Semblanza biográfica

Lytle George N. Hermano y educador de la Compañía de María, Marianistas, de la que ha sido su superior en el Perú.

Nació en San Antonio, Texas, Estados Unidos, el 4 de mayo de 1918, hijo de Nelson y Zeline Lytle, familia católica de raigambre tejana, cuyo hogar estuvo conformado por cuatro hijos.
Reside en el Perú desde 1943. Es el undécimo religioso norteamericano de su congregación que llegó a Lima, siendo destinado a enseñar en el Colegio Santa María, poco antes de cumplir los 25 años de edad. En la actualidad realiza su apostolado en la Oficina Regional Marianistas, en el distrito limeño de Pueblo Libre.

El hermano George Lytle cumplió su vocación educativa durante 51 años, en Lima, Callao, Trujillo y en la localidad de Chupaca, en el departamento de Junín. Es uno de los maestros de mayor experiencia en el país. Se jubiló en 1993, a los 75 años de edad.

En sus labores educativas tuvo como especialidad la física, cuyo grado académico le hubiera permitido enseñar en cualquier país del mundo. Sus conocimientos fueron válidos para la enseñanza de la química y de las matemáticas. También enseñó inglés y religión.

En 1937, a los 19 años de edad, respondió a su vocación religiosa, ingresando en el Noviciado de Maryhurst, St. Louis, de la Compañía de María, Marianistas. Realizó sus primeros votos el 25 de agosto de 1938, siguiendo estudios en la Universidad de Dayton, graduándose en 1941 de profesor.

Enseñó dos años en el colegio St. Joseph de Victoria, Texas, pasando  entonces a cumplir su vocación en el Perú, enseñando a partir de 1943 en el Colegio Santa María en su antigua sede de San Isidro, en el que actualmente funciona el colegio marianista María Reina.

El Colegio Santa María inició sus funciones el 14 de marzo de 1939, siendo su primer director el padre Bernard Blemcker quien años después sería el primer capellán del colegio, en su nueva sede en Chacarilla del Estanque. El segundo director fue el padre Albert Mitchel, quien había sido profesor de Historia de los Estados Unidos del hermano George y a quien pasó la posta de la dirección de Santa María.

Es así que en 1948, poco antes de cumplir los 30 años de edad, fue designado director del colegio Santa María, a los cinco años de haber servido en condición de profesor y siete años de haberse graduado.

El gobierno peruano había pedido en 1944 a la Compañía de María, Marianistas, hacerse cargo de la Escuela Normal de Chupaca, localidad próxima a Huancayo. En 1951 fue nombrado su director. En los Andes centrales del Perú, el hermano Lytle vivió los siguientes dos años.

Culminada su labor en la sierra, en la que un tejano vivió dos crudos inviernos, aunque en la altura andina, se dice que se toca con las manos el cielo, se reintegró al Colegio Santa María con la satisfacción de haber cumplido una difícil misión en el Perú profundo.


Hno. George.


En los 20 años siguientes fue profesor en Santa María, con un intermedio de dos años en el que siguió un máster de física en la Universidad de San Antonio, Texas. Entre 1965 y 1967 fue director del Colegio Santa María, por segunda vez, consolidando su prestigio de educador en el  país.

El gobierno militar, instaurado en octubre de 1968, inició un proceso nacionalista de transformación económica basado en el proyecto socialista desarrollado en Yugoslavia, y de alianza con la Unión Soviética, marcando una política en contra de la presencia de los Estados Unidos en el Perú.

El proceso gubernamental de expropiación y de estatismo tuvo en la mira a la obra de los marianistas. Inicialmente, en forma absurda se limitó al mínimo la presencia de sus educadores de nacionalidad norteamericana a partir de 1970, afectando así la base central de su prestigio en el Perú.

En 1971 los marianistas lo escogieron y lo nombraron su Superior Regional en el Perú, un cargo que siempre había sido ejercido por sacerdotes, para que empleara su sabiduría, que conlleva la prudencia en salvar una obra que estaba en plena expansión. Superó la etapa con enorme éxito. Cuando su periodo culminó en 1976 había ya terminado la revolución de Velasco y la era anti-norteamericana en el país.

En otro momento sumamente difícil, marcado por la carestía de la vida, la inflación y el terrorismo, los marianistas volvieron a recurrir en el hermano George para que fuera su Superior Provincial de 1983 a 1988, en la que su emoción social le permitió proyectar la obra hacia el futuro.

El hermano George N. Lytle también ha impreso su nombre en dos tradicionales colegios marianistas: San Antonio del Callao y San José Obrero de Trujillo. En el primero fue su director de 1978 a 1982 y del segundo fue director de su sección primaria entre 1989 y 1993.
En 1994 se integró a la Oficina Regional Marianista que en esa época  se llamaba Casa de Estudios Ma­rianistas, en donde permanece en la actualidad. Desde entonces vive en la parroquia Santa María Reina. En el Archivo Regional Marianistas, se señala: “Este año 2008 hemos celebrado sus 90 años de edad y también sus 70 años de Profesión Religiosa en la Compañía de María, en ambas fechas estuvo rodeado por innumerables antiguos alumnos que lo recuerdan y veneran.


Misa de acción de gracias del hermano George por sus 90 años.





LAS OBRAS DE LA COMPAÑIA DE MARIA MARIANISTAS

El sacerdote francés Guillermo José Chaminade, beatificado por el Papa Juan Pablo II, fundó en Burdeos, Francia, en 1817 la Compañía de María, Marianistas, que está extendida en cuatro continentes y cuyo apostolado se desarrolla en 39 países.

A los 122 años de su fundación, en 1939, cuatro  maria­nistas encabezados por el padre Bernard Blencker, proveniente de la provincia de St. Louis, Estados Unidos, vinieron especialmente a Lima para fundar el colegio Santa María. En 1944 ampliaron su apostolado al Callao, en el colegio parroquial San Antonio. 

En el segundo semestre aceptaron la invitación del Estado Peruano para administrar la Escuela Normal Rural de Chupaca, en Junín, y la parroquia de Ahuac.

En 1951, los marianistas compraron un terreno de 50,000 mt2 en la que se construyó la nueva sede del colegio San Antonio del Callao en la Av. Guardia Chalaca de Bellavista. En la actualidad su alumnado está conformado por 1,600 alumnos.

En 1953 se inauguró la Iglesia María Reina, cuya construcción se realizó entre 1949 y 1956, fue su fundador el R.P. Albert Mitchel. En la actualidad, la comunidad marianistas de la parroquia está conformada por el párroco R.P. Ralph Doorak; el R.P. Eduardo Arens, teólogo a quien es bueno escuchar el domingo; el R.P. Víctor Müller; y los hermanos Fred Fink y George Lyttle, quienes son notables educadores.

En Trujillo, en 1957, la Compañía de María fundó el colegio San José Obrero. En la actualidad tiene más de mil alumnos.

El padre Mitchel en 1965, destacada personalidad de la época, fundó el colegio parroquial María Reina, empleando el antiguo local del colegio Santa María que quedó desocupado por su traslado a su nueva sede en Chacarilla del Estanque.

En el apostolado marianista se encuentran la parroquia María Madre del Redentor del Callao, cuyo párroco en la actualidad es el padre Jorge Roos. La casa de retiro Santa María, creada en 1984 en Chacarilla del Estanque; el Instituto Chaminade, fundado en 1993; el Centro Hermano Thomas Helm, en el Callao, para niños abandonados y en situación de extrema pobreza; y el Centro Juvenil Padre Albert Mitchel, también en el primer puerto.

En la sierra del departamento de La Libertad, los marianistas han desempeñado una importante labor evangelizadora con el Centro de Formación de Pastoral Rural María Madre de Buen Consejo, creado por el padre Ralph Doorack; la Asociación Chami Radio en Otuzco; y la Asociación Marianista de Acción Social, a iniciativa de los padres Doorak y Víctor Muller:


El padre Robert Heil, el Hno. George N. Lyttle y el  Hno. Mark Ross en las Bodas de Oro del Colegio Santa María.


Nota final

La fuente principal de información de este artículo es el libro “History of the Society of Mary in Perú 1939 – 1981” que en dos volúmenes ha sido escrito por el hermano George N. Lytle, que está colocado en Internet y debe ser consultado por quien está interesado en obtener mayor información sobre este tema. 

Esta nota final tiene el único objetivo de otorgarle carácter testimonial a este artículo, tan solo como un agregado para así integrarlo al libro Crónicas Religiosas. 

Recordar mi paso por el Colegio Santa María me trae siempre el recuerdo de mi maestro y amigo Salvatore, un gringo nieto de italianos, que dejó la congregación y seguimos siendo amigos, pero bajo la atenta mirada del padre Heil, por decisión de Salvatore, porque me tocó ser testigo presencial de un hecho desgraciado, una noche en la playa de Miraflores. Un ser desquiciado, pero también un hombre muy malo, disparó a la gente, mató, hirió y se suicidó. Mi mejor amigo en esta vida, Oscar Malpartida como un rayo me sacó del área del fuego. Pero él disparó donde caímos, a otro le tocó la bala. A pocos metros en un club se realizaba una gran fiesta.

Así, un trabajo de Oscar en las semanas siguientes de haberse graduado del Colegio, se convirtió en una pesadilla. La vida no tiene explicaciones ni hay que buscarlas, pasaron los años, no tantos, y el paracaídas de Oscar no se abrió frente a mí. El padre Heil le hizo una preciosa Misa, organizada por Julio Corazao en un segundo.

El hecho de la playa de Miraflores, verano del 68, quedó en los más grandes titulares de periódicos, nada teníamos que ver con eso, quedó en el olvido, hasta que Salvatore, un año después,  me sacó lo sucedido. Sin pensarlo, a la fuerza, me llevó con el padre Heil, quien no me tuvo en el aula, no me enseñó a jugar básquet, pero supo hacerme comprender lo que es el don de la vida y a encontrar el camino para reforzar siempre el amor a nuestro Creador, único dueño de la vida y muerte de los seres humanos. Así pude acabar el colegio sin ningún tipo de sobresaltos que afectaran mi espíritu.

En setiembre de 1988, inmediatamente después de la devalación de la Virgen del Pilar, en el colegio, y de las fotografías de estilo, Julio Corazao me dijo que era el momento para agradecer al padre Heil todo el bien que había hecho en nuestra vida. “Si tú sigues caminando sin problemas en esta vida es por sus constantes preocupaciones”, dijo. Entonces le di las gracias al padre Heil, quien sonriente me escuchaba, y sin detenerse me llevó hasta la capilla de la casa de los hermanos, no hablaba nada. Allí agradecimos a nuestro Señor y a su Santísima Madre. Me confesó, me dio la Comunión y vi que se llenó de alegría. 

Salvatore Ligamaro Oliveri, nació en St. Louis, Missouri, el 23 de febrero en 1937, quien después de haber dictado clases varios años en su país de origen, fue enviado a su pedido al Perú en 1963 a los 26 años de edad, siendo destinado al Colegio, enseñando hasta 1966 en el cuarto C y quinto C de primaria. Su constitución física le permitía practicar todos los deportes, inclusive el boxeo, que enseñó a algunos alumnos. Su ascendencia italiana, lo hizo un buen jugador de fútbol, llegó a entrenar con jugadores de la segunda división en los primeros años de la década del setenta.

Por su altura, destacaba en básquet. Cuando el ex alumno Juan Luis Cipriani, hoy el cardenal peruano, fue entrenador de la selección de basket del Colegio por primera vez, realizaron un espectacular mano a mano, ganando Juan Luis con facilidad pero Salvatore lo dejó todo en la cancha. Por su fortaleza podía jugar football americano y con los hermanos de la comunidad jugaba baseball y Oscar “Chino” Malpartida lo llevó junto con el hermano Rudy y varios alumnos, a conocer la playa de Miraflores y les enseñó a nadar mar adentro.  

Salvatore, como lo llamaron y recuerdan sus alumnos, mantuvo siempre una apariencia juvenil pronunciada, caracterizándose por su buena disposición en el manejo de niños entre los 10 y los 12 años de edad, sabiéndolos integrar al estudio en el aula y en los deportes.

El caso de Salvatore es importante por sus connotaciones humanas, pero trasciende porque nos muestra al excepcional padre Heil en la acción y confirma el privilegio del hecho que pasó la mayor parte de su vida en nuestro país, para el bien del Colegio, los alumnos y los propios marianistas, nuestros profesores. Ahora, es cierto que solamente se puede ayudar al que se deja ayudar, de otra forma es imposible.

Salvatore estaba convertido en un profesor importante que además en su último año en el Colegio, tuvo a su cargo el área deportiva, por viaje de brother Mark a Estados Unidos. En el verano de 1967, prácticamente jugaba todos los días, el deporte que se les ocurría a los alumnos, que en el período de vacaciones pasaban de visita por Santa María, también se integraban ex alumnos, en cualquier momento del partido.

El asistente de Salvatore era el Chino Malpartida, convertido  ya en un adolescente famoso por sus virtudes en la tabla hawaiana y por donde iba el Chino anunciaba que tal día quería jugar, rugby, baseball, etc., hasta la gente iba, con tan solo verlo en la cancha. Salvatore se estaba volviendo popular. Parece natural que le surgieran una serie de críticas, la más leve que tuvo fue que carecía de carácter y experiencia para tratar con los alumnos mayores, que no supo enfrentar, primando su sangre italiana. Hubo uno que quería su puesto, nada más, lo obtuvo. Le costó un par de golpes, con lo que sacó a Salvatore del Colegio. 

El padre Heil, entonces superior regional de los marianistas envió a Salvatore a la catequesis de los carmelitas en Sicuani, para que tuviera un mes de marzo de reflexión. Nunca había caminado en los Andes y en una comunidad, la altura casi lo mató. Evacuado a Lima, fue internado en la clínica, solamente estaba debilitado, pero no se le pasaban los problemas y el padre Heil prefirió enviarlo de retorno a Estados Unidos, para que fuera examinado medicamente y él mismo decidiera, si se quedaba o retornaba a otra obra marianista en el Perú.

El padre Heil comprendió, con tan solo una conversación telefónica, Lima – St. Luis, que Salvatore no se aclimataba en su patria, lo sintió muerto de pena, de inmediato lo hizo regresar, integrándolo a la comunidad del nuevo Colegio María Reina, pero tal vez este no era su colegio, ni sus alumnos, aunque creía ser víctima de una injusticia, Salvatore ya no se controlaba en las discusiones por lo que dirigido espiritualmente por el padre Heil, inició gradualmente su salida de la Congregación. 

En un momento el padre Heil decidió que viviera Salvatore en una pensión para norteamericanos a dos cuadras de la Iglesia María Reina, pero no se acostumbró al tipo de vida de los otros pensionistas, que no conocía, ni le interesaba conocer el tipo de vida que llevaban, llevándolo el padre Heil a la casa parroquial de Santa María Reina y le consiguió un trabajo de profesor en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano. 

Unos meses después se independizó y al poco tiempo por su propia capacidad y con una carta de presentación del padre Heil, quien lo acompañó a la entrevista personal, consiguió un magnífico puesto en la Cerro de Pasco Minning Cooper Corporation.

Salvatore poseía pues una posición, para algo que nunca tuvo previsto formar su propio hogar, todo tan rápido, como si fuera un sueño. Cuando le conté a mi abuela paterna, que mi amigo Salvatore se iba casar, consideró que era una obligación de Salvatore con su novia, invitarla personalmente a su matrimonio. “Dile que vengan el domingo en la tarde”, me dijo. Salvatore había tomado mucho aprecio a mi abuela, ambos eran de sangre italiana. En la reunión que tuvimos se descubrió que no se había cumplido con la formalización de la tradicional pedida de mano, porque no tenía familia en Lima.

En la casa de mis abuelos, Salvatore tuvo su tradicional cena de compromiso matrimonial, aunque la fecha ya estaba fijada. El invitado de honor fue el padre Robert Heil, quien al aceptar la invitación personal realizada por mis abuelos y mis padres, pidió que en la mesa del comedor se guardaran once sitios para marianistas, el doceavo era Salvatore. El los casó en la Virgen del Pilar y el matrimonio se publicó en la página de sociales de los diarios, incluyendo fotografía. 

Así el padre Heil logró cumplir su propósito que la salida de Salvatore de la Compañía de María, a pesar de los vientos huracanados que la envolvieron fuera sin conflicto y sin ninguna secuela traumática.

Pocos años después Salvatore con su familia tuvo que salir intempestivamente del país, con todos los funcionarios norteamericanos, un par de días antes del anuncio de la expropiación de la Cerro de Pasco. 

Partió de un aeropuerto rodeado de tanques. La empresa lo ubicó en un centro laboral de mayor importancia y envergadura, en los Estados Unidos. No tardó en comprarse una casa Lake Tahoe, para los fines de semana. Regresó a mediados de los años 80, lucía ser un hombre realizado, antes de cumplir su medio siglo de existencia.

En su primera mañana en Lima, Salvatore decidió ir a la playa de Miraflores, para tener un reencuentro espiritual con su amigo Oscar, quien a los trece años de edad le enseñó a nadar mar adentro, en su casa tuvo de huésped al Chino, inclusive pasaron varios días en Lake Tahoe. 

A pesar de lo entristecido que lo dejó en ese momento mirando el mar, ya caminando sobre las piedras mostró dudas, no tenía ganas de ver a nadie, finalmente pidió a Julio Corazao que lo llevara a San Isidro, donde ya estaba preestablecida su reunión con el padre Heil, quien lo recibió con los brazos abiertos, como un padre recibe a un hijo que vive en tierras lejanas y lo ha mandado llamar para que ayude a un tercero.

En periodismo decimos cuando tratamos a un sacerdote de la talla del Padre Robert Heil: “¡Este es un verdadero cura!” a lo que es importante agregar que ha sido extraordinario todo el bien que le ha hecho al Colegio desde 1948 hasta su fallecimiento en Lima, el 10 de abril del 2006, a los 87 años de edad. La Misa de Honras Fúnebres fue celebrada por el cardenal Cipriani.



Este artículo está dedicado a mi amigo Julio Corazao, un verdadero ser humano en todo el sentido de la palabra. En la cena de compromiso matrimonial de Salvatore Ligamaro que ofrecieron mis abuelos, Julio me tomó como su amigo. La vida manda dejar en el recuerdo a los amigos muertos. En los últimos dos años he hablado varias veces de Julio con el hermano George, con lo que he podido tenerlo un poco más presente que en los años anteriores.

En enero de 2011, decidí tener preparada una segunda edición del libro Crónicas Religiosas, para tenerla lista para un momento oportuno, y para que no quedara simplemente como una reimpresión con fotografías a color decidí preparar un par de artículos y pulir una historia del Colegio Santa María que resultó ser muy larga para un inicial pedido de publicación y quedó esperando su propia oportunidad.

En eso me encontré con el hermano George, listo para cruzar Santa Cruz y realizar las compras de comida de su comunidad. George próximo a cumplir los 93 años de edad, nada lo detiene, solamente nos saludamos. Agradeció la tarjeta de navidad, que le mandé.
Entonces me dije, voy a hacer lo mismo que él, voy a colocar mi libro en Internet, para que gastar en imprenta, nada de nuevos artículos.



Entre tanto, comenté con varias personas mi decisión final y una buena amiga me ofreció prestarme un libro que para ella es sumamente inspirador y acostumbra a releer. No existió forma de hacerle entrar en razón, de que este momento no era para leer libros que me distrajeran. Fue a su casa y lo trajo, cuando me lo dio, es “La Vida” de Julio Corazao. Son cosas de la vida, que suceden, nada más, pero por sí acaso, en recuerdo a mi amigo, he pulido exclusivamente para él, aquel artículo del Colegio Santa María, agregándole esta Nota Final, en forma testimonial para incorporarlo a Crónicas Religiosas.


Hno. Julio Corazao enseñando a miembros del magisterio nacional.
El padre Blemker con alumnos en la primera sede del Colegio Santa María de la avenida Arequipa.